Atenas, 7 feb (EFE).- Cerrar los ojos, abrir el paladar y entregarse a la sensación de saborear en un granizado aromas de pepino, tomate, pimiento y alcaparras, los ingredientes de la tradicional ensalada griega, es una vivencia muy particular que se puede experimentar en Atenas.
El restaurante ateniense Funky Gourmet, que combina la tradición con la cocina de vanguardia, ha conseguido hacerse un hueco en el rico panorama gastronómico de Grecia y conseguir fama internacional tras ser elegido, en 2013, uno de los diez mejores del mundo por la web de viajes Trip Advisor.
Georgianna Hiliadaki, la única mujer griega con una estrella Michelin y que trabajó durante la temporada de 2005 en El Bulli de Ferran Adrià, recibe a Efe en su restaurante.
«La nuestra es una cocina de sentimientos, que expresa emociones. Elaboramos platos clásicos de la gastronomía griega a nuestra manera y también utilizamos otros ingredientes para crear recetas nuevas», explica la chef.
Sus preferencias pasan por los productos locales, como la carne griega, las verduras o el vino de regiones como Santorini, pero en sus platos se encuentran ingredientes de todo el mundo: «Todos aquellos que nos inspiran», asegura Hiliadaki.
Comer en Funky Gourmet es una experiencia para los sentidos, pues en un solo bocado se puede sentir desde las diferentes texturas de un «pastichio», un plato típico griego parecido a la lasaña, al sabor intenso de una ensalada griega servida en forma de granizado.
«Primero cocinamos la carne y el tomate por separado, hacemos una mermelada de tomate, cocinamos la pasta, le aplicamos ‘beurre noissette’ (mantequilla derretida a fuego lento), y el resultado final tiene todo el sabor tradicional del ‘pastichio'», explica la chef.
Mezclas de sabores que van desde pequeñas croquetas que se funden en la boca y dan paso a un líquido intenso hasta un hojaldre relleno de helado de canela que no se debe morder, sino aplastar una vez dentro del paladar.
También es posible probar huevos de erizo, con crema de trufa, sazonados con flor de sal y lima, así como un completo «minipicnic» con albóndigas rellenas de «foie», huevos de codorniz, brochetas con gelatina de bacon y tomate…, y todo regado con un cava autóctono.
Uno de los platos más singulares que nunca sale de los menús es la clásica ensalada griega, que en este restaurante cobra una forma diferente.
«Destilamos todos los ingredientes y los presentamos en forma de granizado con todo el sabor del tomate, el pepino y el resto de ingredientes», comenta Hiliadaki.
En Funky Gourmet, todo está permitido. Desde comer con las manos a chuparse los dedos que se deslizan por un tronco de lentisco, originario de la isla griega de Quíos, ligeramente quemado, que contiene la resina de este árbol, adornada con una pequeña hoja de menta.
Tampoco todas las raciones se sirven en platos, sino que, además de utilizar troncos, hay piedras que cumplen esta función.
El resultado es una mezcla de distintos sabores presentados en pequeñas pero intensas raciones, cuya presentación está cuidada al detalle para sorprender al visitante, que logra vivir una experiencia diferente.
Respecto al primer puesto logrado en la clasificación de Trip Advisor, la restauradora se muestra especialmente orgullosa, porque se trata de un reconocimiento «objetivo» que brindan los viajeros y muestra que la gente «está aprendiendo a valorar la cocina griega».
Georgianna Hiliadaki coincidió en 2002 con el cocinero griego Nikos Russos, mientras los dos estudiaban en una escuela de cocina de Nueva York, y, tras completar su formación y trabajar en diferentes restaurantes, decidieron poner en marcha su propio establecimiento.
Empezaron creando una empresa de «catering», que ofrecía menús de degustación a domicilio, y poco a poco el proyecto fue creciendo hasta crear el restaurante actual con capacidad para unas cuarenta personas.
En la actualidad, se puede elegir entre tres menús de degustación, de cinco, trece o quince platos, cuyo precio va de los 70 hasta los 120 euros (95 hasta 162 dólares).
Pese a estar situado en el corazón de un país deprimido por la crisis, Funky Gourmet ha logrado hacerse un público variado, con gente de todas las edades y sin un cliente específico.
El que entra en Funky Gourmet lo hace «para vivir una experiencia, como cuando va al teatro», cuenta Hiliadaki.
Por Remei Calabuig.