Jerusalén, 30 ago (EFE).- Más allá de la imagen que proyecta desde el plató, Ana Rosa Quintana es, sobre todo, una periodista de raza, de aquellas que saben que las voces son muchas y variadas, y los ángulos de la televisión tan ricos en posibilidades como en aristas.
Por todo ello, y por el deseo de mostrar el rostro más humano del conflicto más inhumano, el que este verano ha segado más de 2.100 vidas, en su gran mayoría civiles y niños palestinos, ha decidido saltar del plató, recuperar sus orígenes de reportera, y abrir la temporada de «El Programa de Ana Rosa» (Telecinco) desde Gaza.
«Nunca nos hemos destacado por ser muy prudentes, la verdad. ¿Qué por qué irnos a Gaza? En cincuenta días han muerto más de 2.000 personas, 500 niños, más de 10.000 heridos… es verdad que hay conflictos en otras partes pero no en un país como Israel que es un país democrático y occidental», explicó a Efe.
«No venimos a dar lecciones a nadie ni a hacer una tesina doctoral. Venimos a mostrarle a nuestra audiencia lo que han estado leyendo todo el verano, pero a través de nuestros ojos, que lo vean en directo sin ningún tipo de prejuicios», agrega.
Periodismo de calle, de polvo en los zapatos y largas jornadas de sudor, que en una zona tan politizada como Oriente Medio, plagada de intereses, saturada de opiniones, rehén de extremismos, hace que sea tan difícil su fin último y deseado, la equidistancia.
«No hemos venido a posicionarnos políticamente con nadie, hemos venido a contar lo que vemos y hacer las cosas bien. A dar los puntos de vista», explica con parsimonia, acompaña del primer café matutino y el intenso sol que baña la mañana jerosolimitana.
«Hemos hecho reportajes en campos de refugiados (palestinos) y en un kibutz (israelí) y hemos buscado todos los tipos de opiniones, huyendo de las opiniones políticas… si lo hacemos bien no le gustaremos a nadie», añade con una sonrisa.
Quintana combate aquellas críticas que ya se han deslizado y que apuntan a que quizá pise terreno embarrado para el tipo de programa que dirige.
«Es el mismo tipo de programa que se va a Haití, el mismo tipo de programa al que vienen todos los presidentes de gobierno, y el mismo tipo de programa que da todas las exclusivas de actualidad, es un programa de cuatro horas en el que cabe la vida entera, con la parte más seria y la parte más frívola», defiende.
«Lo que nos ha movido es la cantidad de víctimas civiles en un conflicto de 50 días y la intuición te dice que este es un momento, con este alto el fuego, en que puedan empezar a cambiar las cosas
«Ojalá sea así, ojalá haya paz, ojalá los palestinos tengan una tierra, un estado, ojalá se lleguen a unos acuerdos y ojalá no se llegue a más guerras».
Tras diez años al frente de las mañanas en Telecinco, Ana Rosa no mira atrás con nostalgia, pero un brillo ilumina sus ojos cuando le recuerdan sus orígenes.
Unos inicios, como corresponsal de radio y prensa en Nueva York, que ahora recupera con ilusión colegiala, aun a costa de robarle una semana a sus vacaciones.
«Es un poco volver a la chica reportera, sí… antes me preguntaban los compañeros….. y dije venimos tres reporteras, pero es que es la esencia del periodismo. Es lo que nos gusta a todos. Es el periodismo de verdad y mira quizá sí, lo deberíamos hacer más».
Javier Martín