Creativos desde casa, escritores freelance, tiendas online con base en tu garaje, jugadores de póker… la cantidad de empleos que se han creado en los últimos años, que en algunos casos se convierten en auténticas formas de vida, es innumerable.
Quién nos iba a decir hace veinte años que alguien podría trabajar, incluso ganar considerables cantidades de dinero, sin moverse de su sofá. A priori parece que hemos alcanzado un futuro laboral favorable, pero la problemática es más compleja de lo que parece.
Algunos de estos empleos han adquirido una relevancia considerable, bien porque los medios de comunicación les han dado mucha cobertura o porque, verdaderamente, existe una necesidad de crear nuevas figuras laborales que encajen con las necesidades de un futuro que ya es presente.
Los especialistas en interacción entre robots y humanos, los diseñadores en impresión 3D, telecirujanos, creadores de casas inteligentes o la automatización en general son algunas de las áreas que más han destacado los medios de comunicación, y de ellas derivan empleos como detectives y analistas de datos, controladores de autopistas, analistas cuánticos, gerentes de robótica, creadores de viajes de realidad aumentada, etc.
En cualquier caso, muchas de estas áreas en auge todavía no son todo lo tangibles que nos gustaría, y están al alcance solo de unos pocos; así que tenemos que asirnos a empleos del futuro que, efectivamente, ya forman parte de nuestras vidas, de la vida del ciudadano medio, como decíamos al comienzo de esta publicación.
Los freelance están más establecidos de lo que lo habían estado nunca. Muchas empresas prefieren recurrir a ellos porque, aunque la hora de trabajo sale más cara, no tienen que tener a alguien en plantilla, con todo lo que esto conlleva. Todo gira en torno al volumen de trabajo. No cabe duda que esta puede ser una fórmula que beneficie a ambas partes, tanto al autónomo como a la empresa, siempre y cuando la contratación se realice desde las buenas prácticas.
En el caso de los jugadores de póker, son muchos los que han logrado convertir lo que en principio era un hobby en una forma de vida, a veces la mar de solvente. Uno de los ejemplos más cercanos en el tiempo es Ramón Colillas. Este licenciado en Actividades Físicas y del Deporte pasó de ganar un clasificatorio para uno de los torneos más relevantes del mundo, a llevarse un premio de nada menos que 5.100.000 euros. Sin embargo, hay miles de jugadores en todo el mundo que no han ganado grandes sumas de dinero pero sí han convertido el póker en una forma de vida viable, que en ocasiones reporta más beneficios que un trabajo a la antigua usanza.
Con la infinidad de posibilidades que ha proporcionado internet, son muchas las personas que han convertido su casa o su garaje en una tienda, y la web en su escaparate. Cada día vemos cómo aparecen más emprendedores, pequeños y medianos, que lanzan sus proyectos a través de webs de crowdfunding o incluso desde sus propias plataformas, apoyadas por las redes sociales.
En cualquier caso, la principal pregunta que se plantea es: ¿se puede alcanzar una estabilidad financiera en la mayor parte de los casos que hemos mencionado?
Y no es una pregunta fácil de contestar. No cabe duda de que existen muchos casos en los que, después de idear un proyecto viable como freelance (formación y experiencia profesional previa), emprendedor doméstico (plan de negocio, estudio de rentabilidad, marketing…) o jugador de póker profesional (estudio, práctica y gestión de banca) se convierte en un éxito. Sin embargo, como siempre cuando emprendemos una aventura laboral, existen riesgos.
La mejor forma de paliarlos es estudiar bien el mercado en el que pretendemos sumergirnos. En la actualidad, la condición de experto, pese a los sacrificios que conlleva, puede ser un salvavidas a la hora de sacar a flote un proyecto como los mencionados; y, con lo diversificados y profesionalizados que están los diferentes sectores y la oferta al consumidor, resultaría temerario sumergirnos en algo que no entendemos por completo.