(dpa) – No tienen la mejor reputación en términos de moda, pero son idóneos para ser utilizados a 35 grados de temperatura. Cualquiera que haya viajado por el mundo con una mochila los conoce: los holgados pantalones harén con clásico estampado de elefante tailandés.
Muchos turistas los compran porque son bonitos y baratos, otros para visitar los templos o porque los pantalones les parecen exóticos. Una vez terminadas las vacaciones y de regreso a la rutina diaria, esta prenda tan cómoda para hacer turismo termina olvidada en el fondo de un armario.
En el sudeste asiático, sin embargo, los pantalones son tan populares entre los mochileros como la cerveza fría, los panqueques con plátanos o los tatuajes después de una fiesta de luna llena.
Los mochileros son tan típicos en este rincón del mundo que, en la capital camboyana, Nom Pen, uno de los disfraces que se ven en la noche de Halloween es el de mochilero. Todo lo que se necesita son «pantalones de elefantes» y tal vez una camiseta sin mangas con una marca de cerveza y tatuajes pintados en la piel.
El fenómeno se puede observar sobre todo en Bangkok, la capital de Tailandia. Allí se encuentra la calle más internacional de la ciudad, la emblemática Khao San Road, que se hiciera famosa por la película «La playa» con Leonardo DiCaprio.
Albergues juveniles, pubs, tuk-tuks (versión motorizada del tradicional rickshaw), puestos de comida y tatuajes al aire libre: mochilera por excelencia, la calle Khao San es un universo en sí mismo, a veces lo primero que ven los jóvenes en sus viajes por Asia.
Allí los «pantalones de elefantes» cuestan alrededor de cuatro euros (4,40 dólares). ¿Quién los compra? Jóvenes mujeres japonesas y algún que otro italiano de edad. Los puestos son fáciles de encontrar: los pantalones negros, rojos o azules con motivos de elefantes en color blanco son imposibles de pasar por alto.
«Son muy cómodos de llevar, me dan una sensación de frescura», dice la española Marissa Arranz. Esta turista de 50 años ha viajado a Tailandia en tres oportunidades, y cada vez ha comprado un par.
Renato Morán los compró por razones prácticas, para visitar una de las atracciones de la ciudad: «Tuve que comprar un par para el Palacio Real». ¿Se los pondría de regreso en Perú? «No», asegura el turista de 31 años.
Cuando se le pregunta qué le gusta de ellos, Jeung Meun-hun (34), de Corea del Sur, responde que son «simplemente baratos y cómodos». Sawat Daengurai (53), propietario de tienda, explica que la mayoría de los clientes son de Asia: «Tienden a comprar muchos a la vez».
¿Qué hace que los pantalones sean tan codiciados? El corte y el motivo hacen recordar a la vestimenta de los habitantes de los pueblos de montaña tailandeses.
En Tailandia, así como en el país vecino de Laos, los elefantes son considerados símbolo nacional y hasta 1917 figuraban en la bandera. También son utilizados como atracción turística, si bien es cierto que actualmente los paseos en elefante están prohibidos en las ciudades.
Para Adam Geczy, de la Universidad de Sydney, la comparación con los pantalones estilo harén de principios del siglo XX es obvia: «Pero también tienen un toque hippie que hoy en día preferiríamos llamar ‘hípster'», asevera el científico experto en estudios culturales.
Esta moda hace un vago uso del exotismo, de modo que ya no puede asignarse a una cultura en particular. La señal que envía su portador es: soy diferente. Para el científico, las modas hippie son generalmente también una protesta contra nuevas corrientes conservadoras.
Los tailandeses apenas usan estos pantalones, y, si lo hacen, sólo de entrecasa y para dormir. También son populares entre estudiantes. Mantana Kernkangpu, dueña de una tienda en Bangkok, dice: «A los extranjeros les gustan los pantalones porque cuando ven los elefantes, piensan en Tailandia». La mujer de 44 años no se los pondría: «No a mi edad, además no es mi estilo».
¿Qué opina de los pantalones con estampado de elefante? Si se lanza la pregunta en una comunidad virtual de Facebook formada por decenas de miles de extranjeros que residen en Bangkok, se obtiene una gran cantidad de comentarios, tanto a favor como en contra.
Uno de los miembros del grupo, desde hace 20 años residente en Tailandia, asevera haber visto a lo sumo 20 tailandeses llevando esos pantalones. En su opinión, parecen pantalones de embarazada y sólo los tontos los llevan.
La opinión del experto en estilo Bernhard Roetzel, de Alemania, es menos implacable. Los pantalones «no son peores que muchas otras cosas que usa la gente», enfatiza Roetzel.
«Claro que no son los pantalones adecuados para entrar en un exclusivo club de caballeros. Por otro lado, quien los usa tampoco tiene interés en ser admitido en esos sitios. Los pantalones se pueden seguir usando incluso a los 70 años, siempre y cuando se conserve una figura más o menos esbelta», asegura el autor del libro «El caballero».
«Para mí, es una prenda que entra en la categoría ropa de calle y deportiva».
Por Caroline Bock y Kaweewit Kaewjinda (dpa)