(dpa) – Tres veces al día, un cisne le presta compañía en Alemania a una familia durante la comida. Se busca puntualmente el desayuno, el almuerzo y la cena, según comenta Widetta Pomaszewicz en Riedlingen, cerca de Biberach, en el estado germano de Baden-Wurttemberg.
Y el cisne no suele presentarse solo: la mayoría de las veces trae a su pareja y sus hijos.
Ya desde hace varios años los cisnes concurren a la vivienda familiar, «con seguridad hace seis años«, estima Pomaszewicz, y son alimentados con pan fresco.
De joven el cisne iba a la casa con sus padres y ahora hace lo mismo con su propia familia, cuenta la mujer apasionada por estas aves acuáticas de gran tamaño. Cuando no ven a nadie afuera, los cisnes golpean con sus picos en la ventana o contra la barandilla para pedir comida.
Y los cisnes enamorados también fueron noticia anteriormente: una cisne negro llamada Petra perdió la razón hace algunos años por un hidropedal con forma de cisne en Münster.
En tanto, «Schwani», un cisne de esa zona, abandonó su querido tractor azul por una gansa, aunque antes había seguido incansablemente al vehículo a cada paso.