(dpa) – Cuando los veranos son muy calurosos, subirse al coche tampoco es una salvación. Es más, puede ser bastante peligroso, sobre todo si la temperatura en su interior supera los 27 grados. ¿Por qué?
El calor disminuye la concentración, da sueño y reduce nuestra capacidad de reacción, todos síntomas que pueden derivar en errores de conducción y en un mayor riesgo de accidente.
De todos modos, no sería recomendable hacer un uso desmedido del aire acondicionado. Lo ideal es que la diferencia de temperatura entre el exterior y el interior no supere los ocho grados, es decir, si fuera hacen 30 grados, dentro del automóvil no deberíamos tener menos de 22.
Las grandes diferencias de temperatura suelen generar resfríos o problemas circulatorios. Otro consejo: es mejor que el aire frío no dé de lleno en el rostro o el cuerpo de los tripulantes. ¿Por qué? Muchas conjuntivitis se deben la «mala praxis» con los aires acondicionados.
Y a no olvidar las cosas básicas y prácticas: los sitios a la sombra y las coberturas para las ventanillas también ayudan a mantener el coche fresco cuando lo aparcamos.